Testa di Moro

Esta es una historia de amor y venganza, al estilo Shakespereano:

Cualquiera que recorra las calles de Sicilia, muy posiblemente se encontrará con estas maravillosas piezas de arte. La "testa di moro", también conocida como "Grasta" son cabezas policromadas en forma de macetas, adornos, jarrones y hasta souvenirs...

Los protagonistas de esta leyenda son: un joven moro y una muchacha siciliana. Y su leyenda se remonta al año 1100, cuando Sicilia estaba bajo dominio árabe. En el barrio de Kalsa, en Palermo, vivía una hermosa joven que pasaba sus días sola en la casa, dedicando su atención al cuidado de las plantas de su balcón. Desde lo alto de su frondoso balcón pronto fue descubierta por un joven moro, que se enamoró perdidamente de ella y le declaró abiertamente su ardiente pasión. La joven, acostumbrada a una vida solitaria, quedó gratamente impresionada por esta promesa de amor y correspondió sus sentimientos entregándose a él, prometiendo adorarlo y cuidarlo hasta el final de sus días.

Pero algo no iba bien, y al poco tiempo, la joven descubrió que el moro ocultaba un secreto muy grave. Su corazón no estaba libre como él había dicho, tenía esposa e hijos esperándolo en Oriente y además había llegado el momento de volver a ellos. La doncella quedó destrozada al enterarse de todo esto, y amargada por aquel amor traicionado que ahora estaba a punto de abandonarla, se vio dominada por una ira incontenible que la empujó a planear su venganza.

Una noche, mientras el moro dormía, ella lo golpeó mortalmente para que nunca la abandonara. Pero la historia no terminó ahi, porque también decidió cortarle la cabeza. Con la "Cabeza del Moro" creó un jarrón, en cuyo interior colocó un brote de albahaca. La doncella sabía que esta planta perfumada (del griego “Basileus – Rey”) representaba la hierba de los soberanos, por lo que de esta manera, y a pesar del terrible acto cometido, ella podría seguir cumpliendo la promesa de cuidar a su amado como si todavía fuera su rey. Decidió entonces colocar la "Cabeza del Moro" en su balcón, dedicándose cada día a su cuidado. Los vecinos, invadidos por el aroma y la exuberancia de la planta, pronto sintieron envidia e hicieron fabricar macetas de terracota con las mismas características, convirtiendo al objeto en una parte esencial del paisaje urbano siciliano, y prácticamente en un ícono.